COMENZAMOS 3,2,1....

En la escuela el equipo educativo se pone en marcha cargado de energía, creatividad e ilusión para compartir con los niñ@s y familias.









La separación es una experiencia que ocurre en todas las etapas de la vida humana. La primera separación es cuando el niño nace, cambiando su hogar interior que ha conocido durante nueve meses por un mundo exterior y extraño, lleno de luces, ruidos y  el contacto humano. La segunda separación sucede cuando comienzan la escuela infantil. La separación caracteriza igualmente muchos otros acontecimientos de la vida adulta: el adolescente que rompe con su novia o novio, el adulto que cambia de casa o de trabajo, otros se divorcian...
Todos estos acontecimientos están marcados por un elemento común: en todas y cada una de ellas el individuo abandona un territorio que le es familiar para entrar en otro que es desconocido. A pesar de que toda experiencia de separación implica posibilidades de cambio y maduración lo que predomina en nosotros, es la sensación de pérdida. MUY POCA GENTE SE LANZA A UNA NUEVA AVENTURA SIN PENSAR EN LO QUE DEJA ATRÁS.
Con las educadoras esta nueva aventura será superada! Ellas proporcionan bienestar y tranquilidad a los niñ@s buscando siempre lo mejor para cada uno, durante este periodo que se presenta nuestra misión es acogerles poniendo todo nuestro esfuerzo, motivación y dedicación.  Es un momento de establecer lazos, de generar conexiones con los niños, con sus familias, con el centro. Y de la calidad de esas conexiones depende el desarrollo del año. Una de las claves para que esos lazos sean fuertes es la confianza. Estamos en el aula porque tenemos la confianza de nuestros jefes; las familias dejan a sus hijos en el aula porque confían en nosotros; lo niños superan sus dificultades porque sienten esa confianza.

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